El Día de la Música nació en Francia, gracias a una iniciativa del Ministerio de Cultura francés entonces dirigido por Jack Lang. Este proyecto comenzó su historia gracias a la intuición de tres figuras carismáticas: Christian Dupavillon, arquitecto y amigo del ministro de cultura; Maurice Fleuret, crítico musical y nuevo Director de Música y Jack Lang, el nuevo jefe de la Rue de Valois. Todo comienza en el invierno de 1981-1982, cuando Fleuret presenta a Dupavillon una nota planteando que la nueva política musical del país debería tener en cuenta un hecho importante: los franceses poseen más de cinco millones de instrumentos musicales. Tras un año de reflexiones y dudas, el gobierno toma la decisión de dar vida a un fenómeno cultural sin precedentes en las naciones modernas: una “fiesta de la música”, nacional, popular y gratuita.
El 21 de junio de 1982 se pone en marcha el primer “Día de la Música”. Los músicos fueron invitados a actuar de forma gratuita en las calles, plazas, jardines, patios, museos, castillos e incluso en hospitales y residencias de ancianos. También fue una oportunidad para que las grandes instituciones de música (orquestas, zarzuelas, coros, etc.) se abrieran a nuevos espacios y nuevos géneros: es decir una fiesta universal de la música y de todos los músicos. El éxito del evento fue inmediato y espontáneo. En menos de 20 años, la Fiesta se convierte en un acontecimiento mundial y uno de los símbolos de la unión cultural entre los países.
En Francia, en España y en toda Europa, el evento ha involucrado no solo un gran número de artistas y público procedentes de diferentes países, sino también la presencia (cada vez mayor) de instituciones y organizaciones provinciales, regionales y nacionales que promueven la música con el fin de presentar el trabajo de los estudiantes y darles la oportunidad de actuar por primera vez frente a un público importante.
La participación espontánea de los diferentes y principales “actores” de la industria de la música y la movilización de muchas asociaciones juveniles, cada año, demuestra que el Día de la Música se ha convertido en un verdadero fenómeno social. De hecho, durante este evento, asociaciones, estudiantes o grupos de aficionados tienen la oportunidad de dar a conocer su arte y transmitir a otras personas su pasión. Para cada artista es una gran satisfacción poder captar la atención de las personas, intercambiar opiniones, confrontarse con otros músicos de otras ciudades, regiones u otros países europeos. Este concepto, de dar y recibir, es la formula del éxito de este evento, porque gusta al público y a los músicos.